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lunes, 25 de abril de 2011

LECHE, QUESOS, OTROS LACTEOS Y LAS 100 ENFERMEDADES QUE PROVOCAN

También accidentalmente o por imprudencia puede haber metales pesados, nitritos o nitratos, etc. (también usados como conservadores y para la limpieza de tambos, recipientes y maquinarias).
Muchos antibióticos se les suministran a las vacas lecheras cuando tienen mastitis u otras enfermedades. Estos pasan a la leche y luego se le suman los que le agregan las industrias y los mismos camioneros que la transportan. Ya se habló bastante sobre esto en el punto 9.
Se ha encontrado la presencia de estroncio radiactivo en la leche y ésta, lejos de atemperar los efectos de la radioactividad, la potencia mucho más. Se aconseja la lectura de los tres volúmenes del libro Alimentación y radioactividad (Diet for Atomic Age) de la Dra. Shanon.
Se han detectado estrógenos en la leche, que se concentran más aún en los quesos y otros lácteos sólidos. Además de los descriptos, también algunos melanomas de piel y tumores de riñón, suelen ser hormonodependientes y presentan receptores positivos para los estrógenos. En pacientes que padecen estas enfermedades, dar estos alimentos es echar leña al fuego, tal como lo dijimos con respecto al factor de crecimiento epitelial (EGF) en el punto 7.
En un año, ganaderos y criaderos de pollos de EE.UU. ganaron 303.750 toneladas de agua vendidas al precio de la carne y el polio gracias al incremento de peso que aceleradamente consiguen por acumulación de líquidos, sobre todo, a través de administrarles a los animales una hormona femenina conocida como dietilestilbestrol (una forma de estrógenos que también se usaba en las píldoras anticonceptivas y favorece el cáncer de mama, útero, ovarios y vagina en quienes la consumen y en sus hijas cuando las tienen, y éstas llegan a la pubertad; también favorecen la sobrecarga cardiaca).
La eliminación de agroquímicos es una de las pocas ventajas que tienen las lechas orgánicas o ecológicas certificadas. La mayor parte de los otros mecanismos de generación de enfermedades siguen estando también en ellas.
La lista de pesticidas, fertilizantes, herbicidas y otros agroquímicos con los que se tratan las pasturas y forrajes, que pueden encontrarse en las leches comunes, es muy extensa. Muchos de ellos son demostradamente cancerígenos y suman o potencian su acción entre ellos y con otras toxinas de los lácteos y de otros alimentos y el medio ambiente.
Si bien su uso está prohibido desde hace un tiempo, no está prohibida su venta y se siguen usando por ser más baratos y tener una manipulación menos peligrosa que los organofosforados. En nuestro país se evitan para los productos que van a exportación, pero para el mercado interno sigue rigiendo el “ojos que no ven, corazón que no siente” y el “hecha la ley, hecha la coima”.
Estos pueden llegar a la leche en forma accidental o por imprudencia o por tratamientos hechos a las vacas o a su alimento. El 90% de DDT y otros pesticidas organoclorados que comía diariamente un norteamericano tipo hace unos años atrás, no provenía de la ingesta directa de alimentos vegetales fumigados con ellos, sino de alimentos de origen animal, que llegaron a ellos a través de la comida vegetal fumigada que a ellos se les suministraba y que ellos concentraron en sus grasas.
11) CONTAMINANTES QUÍMICOS, BIOQUÍMICOS O FÍSICOS

Además de los lácteos, los azúcares simples se suman como caldo de cultivo para las cándidas albicans. Estos hongos, al igual que muchos parásitos, aumentan los antojos extremos por dulces de todo tipo, a lo cual se suma todo lo vinculado al Síndrome de Estrés, Depresión y Adicciones (SEDA). Además de los dulces y los lácteos, las harinas refinadas, alimentos levados y fermentados, aditivos químicos y trazas de antibióticos, promueven el desarrollo de la candidiasis. Según la opinión de la Dra. Martha Cottrell, Mark Mead y Michio Kushi, en el libro SIDA, Macrobiótica e Inmunología Natural (el libro más científicamente fundamentado de toda la literatura macrobiótica, del cual se han extraído muchos valiosos aportes y referencias bibliográficas que se mencionan en este capítulo), “en un futuro cercano, el problema de la candidiasis, podría convertirse en una crisis planetaria de magnitud similar al SIDA y al cáncer, siendo sin embargo muy factible de evitar.”
La flora intestinal normal controla el desarrollo del hongo llamado cándida albicans. Cuando estos antibióticos (que vienen con los alimentos) o los indicados por algún médico, afectan esta flora, la cándida empieza a hacerse patógena y a secretar toxinas neurotrópicas y mutagénicas, según el Dr. Iwata de la Universidad de Tokio. Estas a su vez pueden dañar los nervios y producir mutaciones genéticas. La infección micótica ocurre primariamente en la piel, uñas, boca, vagina, bronquios o en los pulmones, e incluso en la sangre. Además este hongo produce deficiencia de magnesio, zinc y ácidos grasos esenciales y esto trae sus respectivos problemas.
En 1970 aproximadamente 1.300 toneladas de antibióticos fueron administrados al ganado y animales de criadero de los EE.UU. Asimismo se le agrega un valor de 500 millones de dólares anuales de antibióticos a la ración vacuna y estos antibióticos son transmitidos a la población en los lácteos producidos con la leche de estos animales. Luego de extraída y antes de procesarla o después, se le aportan otros antibióticos y aditivos cuya presencia se suma a la acción antigénica de las proteínas de la leche y al desequilibrio de la flora habitual y al desarrollo de gérmenes oportunistas e infecciones resistentes a los antibióticos comunes.
Una conocida institución destinada a la defensa del consumidor publicó que según sus estudios, los lácteos no reciben antibióticos ni conservadores. Basta con ver que prácticamente no hay leche que se corte para comprender que este mentiroso estudio seguramente guarda relación con los intereses de las industrias lácteas que financian a este institución, para que le haga creer al consumidor que está protegido.
En estudios futuros intentaremos confirmar en los lácteos la presencia o no de prolactina (hormona hipofisaria que estimula la lactancia) y de fenobarbital (barbitúrico que se le suele aplicar a las vacas).
Quesos (incluso untables): propoinato de calcio, propionato de sodio y ácido sórbico (antimicótico), nitrato de sodio o potasio (de los que se forman nitrosaminas cancerígenas durante el procesamiento), parafina, litrol, rubina, silicatos y sulfatos de calcio y aluminio, residuos de plástico (corteza), etc.
Polvo para helados: saborizantes químicos, alginato de sodio, monoglicéridos.
Dulce de leche: además de los de la leche, etilvainillina.
Polvo para flanes y postres: ácido tartárico, cítrico, málico, fumárico, cloruro de calcio y colorantes artificiales.
Postres de leche: estabilizadores, condensadores, colorantes artificiales, edulcorantes.
Yogur: edulcorantes, saborizantes, etc.
Leche condensada: Además de los presentes en la leche común, fosfato disódico, citrato disódico, cloruro de calcio.
Productos lácteos en general: Lecitina, mono y diglicéridos, alginato glicoipropileno (emulsificantes), citrato de sodio y ácido calcio pirofosfórico (secuestradores).
Leche: Nitratos, antibióticos.
A continuación se mencionan sólo algunos de los aditivos de los lácteos:
Se han detectado 29 antibióticos distintos en diferentes leches. El yogur vencido suele ser tratado con antibióticos y luego sembrado con bacterias no sensibles a estos antibióticos, saborizantes, edulcorantes o azúcar y otros aditivos, con lo que se lo convierte en lo que se conoce como leche cultivada, uno de los más recientes inventos, que se vende con publicidades que hacen creer que es tan bueno o mejor que la leche materna y esto lleva a que muchas veces, lleguen a los hospitales bebes y pequeños niños intoxicados con leche cultivada. Muchas de las enfermedades alérgicas, micosis, alteraciones de la flora intestinal, alteraciones hepáticas, e incluso el cáncer, pueden estar asociadas a estos y a otros aditivos que se le agregan a los lácteos habitualmente.
Las leches que ya están para descarte se tratan, una parte con soda cáustica y otra parte con antibióticos y conservadores, pero nada se pierde, todo se transforma y por esto son tan poderosas y ricas estas industrias.
Los aditivos están teóricamente prohibidos en la leche, no así en sus derivados, según los diferentes códigos alimentarios. Sin embargo muchas industrias lácteas tienen su sala de recuperación de leches que, como por supuesto no son oficialmente reconocidas, tienen su acceso prohibido a toda persona ajena a un reducido grupo de sus empleados. Tengo referencias de lo que allí se suele hacer a través de pacientes que trabajaban en algunas de estas industrias y que por supuesto no le recomendarían lácteos a nadie.
9) ADITIVOS

Como se dijo antes de la caseína se extrae la cola de carpintero. Esta y otras mucoproteínas y sustancias mucilaginosas son las principales responsables por acumulación en el organismo, de todas las flemas y mucosidades respiratorias, digestivas y de otras localizaciones. Estas también influyen en la obesidad tan estrechamente vinculada a los lácteos, incluso descremados, y se potencia con la generación de mucosidades que traen también las harinas sobre todo horneadas (pan, facturas, galletitas, pizzas, etc.).
La glándula hipófisis o pituitaria de la vaca, al igual que la del ser humano, produce varias hormonas, entre ellas la STH u hormona de crecimiento que, lógicamente aparece en la leche vacuna para ayudar al crecimiento del ternero. En seres humanos adultos, el exceso de esta hormona puede predisponer al cáncer y a la osteomegalia enfermedad caracterizada por el agrandamiento de diferentes partes del cuerpo, sobre todo, manos, pies y mandíbula.
En el capítulo de saludables reemplazos describiremos fuentes sanas de vitamina D, para épocas o zonas con poco sol, porque recordemos que un poco de sol a diario permite su producción normal. En esta sociedad de consumo estamos acostumbrados a consumir, consumir y consumir y nos cuesta creer que algo tan barato como el sol, tampoco en exceso por lo que todo el mundo sabe, puede ser muy útil. ¿Será porque al sol no lo venden en la farmacia ni en el supermercado, ni a través de tentadoras publicidades por televisión?
Los trastornos que esto provoca fueron descriptos en el punto 4. Sin embargo también el déficit de vitamina D puede ser perjudicial para el sistema inmunológico por deprimir la actividad fagocítica. Los corticoides, tan frecuentemente usados tienen una acción antagónica de esta vitamina, entre tantos otros efectos adversos.
La vitamina D estimula la acción del factor XO (recién descrito) y por lo tanto su exceso, asociado a las leches homogeneizadas y sus derivados, juega un importante rol en la generación de enfermedades cardiovasculares. También en exceso, esta vitamina puede suprimir fácilmente varias funciones del sistema inmunológico: la producción de interleuquina 2 por el glóbulo blanco, con lo que se afecta la producción de los ya mencionados linfocitos auxiliares o helpers, supresores y de anticuerpos. Si bien pude prevenir una proliferación excesiva de linfocitos y anticuerpos, la vitamina D en exceso resulta peligrosa por su efecto inmunosupresivo. Esto es particularmente grave en pacientes con SIDA y en comunidades carenciadas, donde las enfermedades infecciosas son tan frecuentes y “para hacerles un bien” se les obsequia a estas familias o en las iglesias o en los colegios, litros de leche homogeneizada y fortificada con vitamina D y sus derivados. También la hiper vitaminosis D causa altos niveles de calcio y fósforo en sangre y en orina.
Otro componente natural que en dosis bajas es útil, pero en altas dosis por consumir lácteos en exceso o, peor aún por el habitual agregado que hacen las industrias en la leche, es la vitamina D. Normalmente se forma en la piel en base al colesterol que allí se encuentra, gracias a la acción de los rayos ultravioletas que la simple exposición al sol durante algunos minutos por día permite (basta con 10 a 15 minutos de exposición diaria al sol en cara y brazos o piernas para que se forme la suficiente cantidad de vitamina D) que luego se active y almacene en el hígado, adquiriendo su forma final en los riñones, para luego desarrollar su acción facilitadora de la absorción de calcio y fósforo en el intestino. Sin embargo se suele aconsejar a los lácteos como indispensable fuente de vitamina D (además de calcio) y para esto se los fortifica con esta vitamina y también con la A (que en grandes excesos, sobre todo medicamentosos, puede generar múltiples trastornos, incluso hasta encefalitis).
En niños de corta edad ya se verifica también una incipiente arteriosclerosis comprobada en diferentes estudios que encuentra una lógica explicación en la cantidad y variedad de productos elaborados en base a leche homogeneizada (yogures, helados, postres, leche chocolatada, etc.) que, “con mucho amor”, sus padres y pediatras los incitan a consumir cotidianamente.
Luego esta zona empieza a endurecerse por el depósito de minerales y a continuación se depositan colesterol, triglicéridos y plaquetas, conformando las típicas placas de ateroma que van obstruyendo las arterias de cualquier parte del cuerpo, tal como se vio en el punto 5 y se ampliará en el de enfermedades cardiovasculares, donde también analizaremos un tratamiento integral de estas afecciones que en muchos casos ha hecho innecesaria la siempre riesgosa solución quirúrgica de las mismas.
Según el Dr. Kurtoster, autor junto a Donald Ross, Ph. O y a Hazel Richmond Dawkins, del libro “The X-O Factor: Homogenized milk may cause your heart attack”, la xantino oxidasa biológicamente activa es más importante y decisiva que el colesterol, los triglicéridos y el tabaco, en la generación de arteriosclerosis. Si bien se encuentra en forma natural en la leche vacuna y por este motivo lo analizaremos en este punto, en la leche tal como sale de la vaca, el factor XO no es biológicamente activo porque puede degradarse fácilmente en el estómago. Pero como dijimos en el punto 4, al homogeneizarse, la leche se hace inmune al ataque de los jugos digestivos y penetra en la sangre sin inconvenientes junto a las grasas. Cuando llega a la misma, en parte es atacada por anticuerpos con lo que puede provocar los trastornos vistos en el punto 1 y 2, pero está demostrado que por sí sola, o quizás unida a estos anticuerpos circulantes que la atacan, se deposita en las capas superficiales internas de las paredes arteriales y del mismo corazón, atacando un tejido conocido como plasmológeno y produciendo la liberación de superóxido (O2, radical libre de oxígeno), un producto muy tóxico para las células que constituyen la zona interna de las arterias. Donde se acumula XO, esa zona arterial queda literalmente carcomida.
Además del cáncer, la otra gran causa de muerte en países como el nuestro donde prevalece el hiper consumo en general, son las enfermedades cardiovasculares. Muy serias investigaciones responsabilizan a la leche homogeneizada y a los productos elaborados con ella, como el principal iniciador de estas enfermedades a través del factor XO (enzima xantino oxidasa) otro componente natural de la leche del cual algo hablamos en el punto 4.
En los estudios anatomapotológicos exhaustivos se está evaluando en estos tumores qué porcentaje de las células atípicas tienen receptores para el EGF. Es lamentable ver que aún muchos encumbrados oncólogos no han caído en la cuenta y siguen diciendo a los pacientes que padecen estas patologías y que incluso en su estudio histológico muestra muchos receptores al EGF, que pueden comer de todo y en abundancia, sobre todo mucha carne y muchos lácteos para mantenerse “fuertes” para afrontar la cirugía, quimio o radioterapia que se les haga. De esta forma, lo que se ataca por un lado con la consabida toxicidad, se fortalece por el otro. Lo mismo veremos que sucede con los estrógenos que analizaremos al hablar de aditivos. El EGF no está presente en la carne y el pollo, y quizás esto sea decisivo para determinar lo que hemos descubierto en nuestra investigación: que los lácteos son más cancerígenos incluso que la carne y el pollo.
Uno de los más nefastos componentes naturales de la leche vacuna, que se concentra más aún en sus derivados y que probablemente también se encuentre en la leche de otras especies mamíferas, es el Factor de Crecimiento Epiteliar o EGF (Epitelial Growth Factor). La vaca produce naturalmente y segrega por su leche esta sustancia destinada a estimular el crecimiento de los tejidos epiteliales del ternero. Recordemos que un ternero suele aumentar de cero a dos kilogramos en un año, pero un estímulo de este tipo en un bebé que crece mucho menos, y peor aún en un adulto que ya no crece, es indiscutiblemente peligroso: puede ser “como kerosén en un incendio” para cualquier tipo de cáncer o tumor benigno epitelial. La mayor parte de tumores benignos o malignos del ser humano son epiteliales: no sólo los epitelomas de la piel, sino los adenocarcinomas y carcinomas epidermoides de mama, útero, ovario, colon, páncreas, estómago, esófago, pulmón, próstata, parótida, laringe, riñón, vejiga, vías biliares, etc. son de tipo epitelial. En casi todos estos tumores se verificó que la leche vacuna y sus derivados tienen un importante rol como factor causal y/o como detonante o facilitador de otros factores.
7) OTROS COMPONENTES NATURALES

Además, existen evidencias científicas de que la caseína y quizás otras proteínas de la leche, se pueden transformar en grasas saturadas como el colesterol, lo cual implica que ni si quiera utilizando moderadas cantidades de lácteos descremados se logra hacer una verdadera prevención, y menos aún tratamiento, de las enfermedades cardiovasculares y otros trastornos vinculados con este tipo de grasas.
La leche, quesos, yogures y otros lácteos descremados o “dietéticos”, si bien tienen menos grasas que los enteros, como mucha gente los cree más sanos, los come más, con lo cual pueden en muchos casos, estar ingiriendo la misma o a veces mayor cantidad de grasas e indefectiblemente más cantidad de proteínas bovinas, que por lo visto pueden ser más perjudiciales que las grasas, por lo menos en cuanto a variedad de enfermedades que pueden desencadenar.
Las grasas saturadas también enlentecen el tránsito intestinal y todo el mundo sabe que los quesos son, junto con la carne, los más importantes causantes de constipación o estreñimiento. Indirectamente, a través de provocar esto y de transportar toxinas liposolubles (solubles en grasas), muchas de las cuales son cancerígenas, permiten que estas toxinas por ellos acarreadas y otras no llevadas por ellos, tengan tiempo de actuar en la luz del intestino o de absorberse y afectar cualquier sector del organismo. Esto está relacionado con el cáncer de colon y de otras localizaciones y con las afectaciones hepáticas, ya que el hígado capta esas toxinas que se absorbieron debido a la constipación, para intentar bloquearlas, pero a costa de producir típicos síntomas hepáticos como: cefaleas o hemicráneas, dolor en la zona del hígado, fotofobia (rechazo por la luz), contracturas musculares (sobre todo en la región cervical), náuseas, irritabilidad con o sin hipertensión arterial, etc.
Se ha demostrado que la leche homogeneizada, es doblemente más perjudicial para la arteriosclerosis que la no homogeneizada. La homogeneización es el proceso que permite que la grasa de la leche se subdivida en finas partículas y se distribuya homogéneamente, evitándose así la separación de la nata y el suero, para que así sea más comercial el producto. Las grasas se encierran en pequeñas partículas llamadas liposomas, que también incluyen y protegen de la digestión que normalmente harían los jugos digestivos, a un peligroso elemento llamado factor XO o enzima xantino oxidasa. Si bien esta enzima también se produce en el organismo para degradar las purinas de la dieta y convertirlas en ácido úrico, en este caso y en los lugares correspondientes no provoca riesgos para el organismo. Pero este factor XO proveniente de la leche y sus derivados, que entra al torrente sanguíneo sin escollos gracias a la homogeneización de la misma, parece ser el principal detonante de las lesiones de las arterias donde luego se depositarán grasas como el colesterol y los triglicéridos, plaquetas y minerales como el calcio, obstruyéndose gradualmente la luz arterial y el paso de sangre y/o endureciéndose las arterias, favoreciéndose también así la hipertensión arterial en personas predispuestas. En el punto 7 daremos más datos sobre el factor XO y en el de enfermedades cardiovasculares ampliaremos la información sobre lo antedicho.
Las grasas o lípidos de los lácteos, son saturadas, o sea, más densas y más sólidas y con sus carbonos unidos por ligaduras simples. Estas son las grasas que prevalecen en todos los alimentos de origen animal, con excepción del pescado de mar, donde prevalecen las llamadas poliinsaturadas. En los vegetales, prevalecen en cambio, las mono o poliinsaturadas que son menos densas, más líquidas y de más fácil digestión, con excepción del coco, cacao, y palta que presentan un considerable con tenido de grasas saturadas. En las saturadas que constituyen la leche y sus derivados, encontramos colesterol y ácidos grasos, siendo estos últimos en el organismo convertidos, por ejemplo, en triglicéridos, al unirse con glicerol (alcohol de glicerina). Tanto el colesterol como los triglicéridos, como ya es conocido por todos, se han correlacionado, cuando están en exceso, con los trastornos conocidos como arteriosclerosis y ateroesclerosis. Esto puede afectar tanto a arterias coronarias, conduciendo a la larga a un infarto de miocardio, como a arterias cerebrales, deteriorando en forma progresiva las funciones y estructuras del cerebro. También puede producirse esto en los riñones, en el intestino o en las arterias de las piernas (empobreciendo su circulación y en ocasiones obligando a llegar a amputaciones) o en cualquier parte del cuerpo.
5) GRASAS POR ACCIÓN DIRECTA E INDIRECTA

Existen hierbas, medicamentos homeopáticos, etc., que pueden no sólo demostradamente mejorar las defensas, sino también tienen acción antibiótica, antimicótica, antiviral o antiparasitaria suave como para controlar el proceso sin contradecir lo que el organismo está queriendo hacer: desprenderse del excedente de nutrientes que pasan a convertirse en basura. Sólo si la infección progresa y no se puede controlar con estos métodos, salvo infecciones graves como tuberculosis, etc., en las que hay que aceptarlos desde un principio; pasa a ser lógico, medicar con antibióticos, antimicóticos, etcétera. Lo inadmisible es que se den antibióticos de entrada, ante problemas simples, incluso en casos virósicos donde no hacen absolutamente nada más que perjudicar, ya que siempre se ha dicho que, por ejemplo, una angina virósica se cura “en 7 días con antibióticos y en una semana sin antibióticos”, ya que estos actúan sobre bacterias y no sobre virus. Últimamente, por suerte, son mayoría los que piensan dos veces antes de medicar. Si es un error estar siempre en contra de medicar, también lo es estar sistemáticamente a favor.
De acuerdo con cuáles sean esas condiciones y esas proteínas, se multiplicará un tipo de germen o bien otro tipo de los ya presentes en el organismo o eventualmente de algunos que hubieran llegado por contagio, por ejemplo. Estos microorganismos (generalmente bacterias, hongos o parásitos, o a veces virus), son en otras palabras conjuntos de proteínas y otros elementos organizados en forma de organismos vivientes, que de esta forma adquieren la capacidad de abrirse paso por sí mismos para terminar eliminándose del organismo en secreciones (pus que ellos mismos hacen formar, etc.). Si las defensas del organismo están actuando bien, limitan estos procesos ayudando a una eliminación muchas veces imperceptible (infección sin enfermedad) o perceptible: enfermedad infecciosa aguda que muchas veces puede superarse sola mejorando las defensas orgánicas y dejando de aportar elementos que se usan como caldo de cultivo (proteínas de lácteos, carnes y otras fuentes, dulces especialmente para los parásitos, etc.), desintoxicando al organismo de múltiples formas y cambiando las condiciones que enriquecían esos caldos de cultivo (ph, temperatura, etc.).
Hay cosas tan simples que hasta un niño podría deducir, pero que a los médicos nos cuesta mucho por toda la programación mental que nos formaron en la facultad... pero hagamos el intento. ¿Cómo están constituidos las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos? Básicamente proteínas y algunos otros nutrientes, un ph adecuado (grado de acidez/alcalinidad) y una temperatura apropiada. Todo esto es variable según el supuesto (aunque lo indispensable de esto pudiera cuestionarse por lo antedicho). También se requiere sembrar en el caldo de cultivo, algunos pocos gérmenes de la especie que se intente hacer multiplicar. La otra pregunta es ¿qué hace el organismo cuando al mismo se le aporta un exceso cotidiano de proteínas (carne de cualquier tipo, lácteos, etc.)?. Si fuera un exceso de grasas las acumularía como tales en el tejido adiposo en diferentes órganos, vasos sanguíneos (arterosclerosis), tejido celular subcutáneo, etc.; si fueran hidratos de carbono los transformaría en glucógeno (almidón animal) o en grasas. Pero el exceso de proteínas no es tan fácil de manejar: una parte trata de eliminarse por materia fecal, otra parte se convierte en urea y se elimina por riñón con la orina. Los aminoácidos que la componen pueden convertirse en glucosa, sobre todo para compensar caídas del azúcar sanguíneo, pero muchas veces quedan, pese a esto, excedentes que justamente sirven de caldo de cultivo para diferentes organismos, cuando el resto de las condiciones (temperatura, ph, caída de las defensas, etc.) lo permita.
Si bien las dietas muy pobres en proteínas pueden favorecer enfermedades infecciosas, porque incluso los mismos anticuerpos son proteínas y no podrían producirse adecuadamente, está demostrado que el exceso proteico también favorece a estas enfermedades. Wilhelm Reich, uno de los científicos más brillantes de este siglo, demostró irrefutablemente en laboratorio que la generación espontánea realmente existe. Su experiencia fue filmada y reproducida por otros científicos, incluso algunos de nuestro equipo, como para que no queden dudas. Sin embargo, como este texto será seguramente muy polémico por todo lo que implica y al solo efecto de contribuir a no levantar más polvareda, para no espantar a colegas escépticos, hagamos de cuenta que la generación espontánea no existe (recordemos que no por nada Wilhelm Reich murió en la cárcel). No es necesario basarse en esto para explicar nuestra teoría con respecto a este punto, aunque sí animarse a pensar más allá de lo que le conviene a los laboratorios que venden antibióticos, antimicóticos, antiparasitarios y antivirales, solos o en cocktails on the rocks.
3) TRANSFORMACIÓN EN MICROBIOS DEL EXCEDENTE PROTEICO. CALDO DE CULTIVO. PROTEÍNAS ORGANIZADAS PARA ABRIRSE PASO POR SÍ MISMAS Y ASÍ ELIMINARSE DEL ORGANISMO

Este mecanismo de acción de los lácteos como causa de enfermedades está muy emparentado con el que veremos a continuación y tanto uno como otro representan quizás los dos más frecuentes responsables de la generación de la mayor parte de las patologías del listado presentado al inicio. Teniendo en cuenta que las proteínas son constituyentes naturales de la leche, al igual que las grasas, la lactosa, algunos minerales y el peligroso factor de crecimiento epitelial y que cualquiera de las variantes de la misma (descremada, en polvo, etc.) mantiene como base inamovible a las proteínas y comprendiendo lo dicho en el párrafo anterior, no hay dudas que aunque tantas veces muchas industrias lácteas hagan aberraciones con lo que se ordeña de la vaca, no son estas industrias, sino la misma vaca la que produce la peor parte de lo que recibimos en los lácteos: sus proteínas. Por lo tanto, de esto no se salva ni la leche ecológica, ni sus derivados, aunque sean tomados al pie de la vaca.
Parece ser que la carencia de IgA secretoria es una de las deficiencias inmunológicas más comunes y menos diagnosticadas. Esta condición es normal en el feto y en el neonato por la inmadurez inmunológica, pero la leche materna suministra la IgA necesaria para lograr el desarrollo e integridad funcional de los intestinos y del aparato respiratorio del niño en desarrollo, mientras que la leche vacuna carece totalmente de este anticuerpo esencial. Por este motivo, aportar proteínas tan antigénicas como las de la leche de vaca a un bebé o a un niño, con sus intestinos, sus pulmones y su sistema de defensas aún inmaduro, es uno de los más frecuentes errores, tanto de los padres, como de los pediatras y nutricionistas. También, si tenemos en cuenta que cuanto más antigénico sea lo que come un joven, un adulto o un anciano, más IgA y otros elementos del sistema inmunológico se tendrá que utilizar por más que en buena medida los mismos se reciclen; habrá más posibilidades de favorecer un agotamiento al menos parcial de los mismos y que con esto entren “como Pancho por su casa” las proteínas foráneas de la leche y sus derivados. Secundariamente también de la carne y otros alimentos o sustancias que aunque no sean tan antigénicas como los lácteos, gracias a éstos y a su acción mencionada, pasen a provocar respuestas alérgicas de todo tipo, tanto intestinales como respiratorias, en la piel, etc. Esto explica por qué en la clínica vemos con mucha frecuencia, que después de cierto tiempo de eliminar los lácteos por completo, mejoran parcialmente o desaparecen por ejemplo alergias al iodo, al polen o a otros alimentos, medicamentos, etc.
La caseína es la más abundante de las proteínas de la leche y el 40% de la misma es indigerible y favorece también la dispepsia putrefactiva, la constipación, etc. La Dra. Charlotte Cunningham Rundles expuso sobre sus extensas investigaciones en este tema en el “Simposio sobre Nutrición, Infección y Sistema Inmunológico”, organizado en 1986 por el Instituto de Nutrición Humana, en el Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia. Según afirma, el tracto intestinal tiene un rol fundamental en evitar la absorción de un antígeno a la sangre, en primera instancia a través de la secreción y reciclaje de un conocido anticuerpo llamado inmunoglobulina A (IgA). El mismo se segrega en la mucosa de intestinos, pulmones y otros órganos. La superficie de absorción intestinal es, de lejos, el mayor contacto del cuerpo con el exterior (aproximadamente 300 metros cuadrados es la superficie de todos los pliegues intestinales en un adulto normal). Por lo tanto deben ser inmensas las cantidades IgA que deben segregarse para proteger permanentemente al organismo de todos los trastornos que provocaría que tantas sustancias extrañas entraran directamente al torrente sanguíneo. En circunstancias normales, las proteínas bovinas de lácteos y carnes, al igual que todas las demás, deberían ser degradadas en los aminoácidos que las constituyen. Absorbidos como tales, el organismo los lleva por la sangre hasta las células para que allí se produzcan proteínas propias que no perjudiquen, sino beneficien al organismo. Además, aquellas proteínas que se ingieran en exceso o que no se digieran, deberían ser retenidas en el intestino y excretadas con la materia fecal.
Se han detectado 25 antígenos (proteína foránea que genera una respuesta inmunológica) diferentes en la leche. La caseína, la lactoalbúmina y la gamaglobulina bovina son de las más antigénicas y de difícil digestión y no sólo se las encuentra en los lácteos, sino en forma de caseinatos. Se la incorpora en muchos medicamentos e incluso en suplementos nutricionales que se les aporta a pacientes en estado terminal, agravando su proceso, y en productos que la gente cree muy naturales y saludables. Valga recordar que de la caseína se extrae el poderoso pegamento conocido como “cola de carpintero”. Es muy importante conocer la composición de cada medicamento o suplemento nutricional o alimento que se ingiere para poder superar las diferentes formas de alergia, ya que éste es uno de los ejemplos de patologías que pueden tener respuesta del todo o nada, de la misma forma que si uno es alérgico a la penicilina, con un solo comprimido puede tener una respuesta máxima. Con la alergia a las proteínas de los lácteos o a los antibióticos que se le suelen agregar, pasa lo mismo.
El nutricionista John Mc Dougall, señala en “Dairy Products and Eggs are avoided on a Health” que los lácteos son la principal causa de alergias alimentarias, lo mismo señala el Dr. Frank Oski en “Don’t drink your milk”. Si bien la Asociación Americana de Pediatría desaconsejó su uso en niños y recientemente el jefe de Gastroenterología del Hospital de Niños de La Plata afirmó en declaraciones periodísticas que el 80% de los chicos son alérgicos a la leche, esto también es válido para los adultos, incluso para los productos derivados de la misma.
1) REACCIONES ALÉRGICAS VINCULADAS CON SUS PROTEÍNAS

ENFERMEDADES GENERADAS POR LOS LÁCTEOS

Si usted cree que los lácteos son irreemplazables para el aporte de calcio pregúntese tan sólo: ¿de dónde saca la vaca el calcio que se encuentra en la leche? Las fuentes vegetales, son mejores que las animales, también para el ser humano incluyendo al bebé, con excepción de la leche materna. Tampoco le tema a la osteoporosis por dejar los lácteos, porque como verá, en vez de evitarla, la generan. Las pruebas son irrefutables.
Experimente cómo cambia su salud eliminando los lácteos por completo al menos por tres meses y saque sus propias conclusiones. Su cuerpo, seguramente, no le va a mentir. Pero, por favor, no deje los lácteos sin dejar la carne y derivados, ni la carne, sin dejar los lácteos, pues el remedio, puede ser peor que la enfermedad.

Dr. Jorge Valentín Esteves

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